Cuando hablamos de motivación nos referimos a ese proceso psicológico que nos permite empezar, desarrollar y mantener una serie de conductas para conseguir una meta o colmar alguna carencia.
Es la fuerza que necesitamos, ese impulso que nos lleva a seguir adelante incluso en los peores momentos, pero también ir a buscar un poco de agua cuando tenemos sed o esforzarnos un poco más en el entrenamiento justo antes de un partido importante. Todo eso es motivación, pero ¿cómo funciona la motivación exactamente? ¿Cuáles son los mecanismos que la activan? ¿Qué tipos existen? Te lo contamos.
Motivación: una cuestión de intereses
El estudio de la motivación es algo que lleva interesando a la psicología desde hace mucho tiempo porque explica un principio fundamental de la conducta humana: no nos ponemos en marcha sin una razón, sin una motivación que nos empuje. De ahí que definamos el estar motivados como la capacidad de realizar cualquier tarea o rutina sin que nos suponga un esfuerzo extra o una pesada carga.
Además de eso, la motivación guarda una relación muy estrecha con otras variables psicológicas. Así, en momentos de mucho estrés o de falta de autoestima nos va a costar encontrar motivación para afrontar cualquier tarea, especialmente si es complicada o poco habitual. Por contra, en aquellos momentos en los que nos sintamos mejor, siempre tendremos un plus de motivación.
Son muchas las teorías que nos hablan acerca del funcionamiento de la motivación, desde la famosa pirámide de Maslow a la del factor dual de Herzberg o los tres factores de McClelland.
Tipos de motivación
Entre los diferentes tipos de motivación podemos encontrar:
La motivación extrínseca
Se refiere a aquella en la que los estímulos motivacionales llegan desde fuera de nosotros mismos y también de manera externa a la actividad que realicemos. Es decir, los factores que nos mueven se basan en recompensas como el reconocimiento de parte de otros o el dinero.
Esta motivación no nace en la satisfacción de llevar a cabo la propia tarea, sino por los beneficios que nos reportará realizarla de forma indirecta.
La motivación intrínseca
Este tipo de motivación se refiere a la que viene de nuestro interior. Está asociada al afán de autorrealización y de crecimiento personal. Se trata de la sensación de placer que experimentamos al llevar a cabo una tarea o una actividad y que hace que queramos volver a realizarla.
La motivación intrínseca es la que sentimos cuando vamos al gimnasio y eso hace que podamos sentirnos agotados y, a la vez, con una gran sensación de bienestar.
Además, este es el tipo que más se vincula a la productividad, ya que, cuando estamos motivados por aquello que realizamos, somos capaces de esforzarnos más y nos involucramos en el proceso.
La motivación positiva y negativa
Independientemente de cómo nos llegue la motivación: extrínseca si es externa a nosotros mismos e intrínseca cuando es interna, también hemos de tener en cuenta que existe una positiva y otra negativa.
La positiva es el proceso mediante el cual mantenemos una conducta de forma extendida en el tiempo porque al llevarla a cabo conseguimos un reforzamiento en positivo.
La negativa es lo que nos hace mantener también una conducta, pero por motivos opuestos, es decir, para evitar una consecuencia poco deseada o desagradable que pueda llegar a modo de castigo o humillación, si es externa, o de fracaso o frustración cuando es interna.
¿Cómo podemos mantenernos motivados?
En primer lugar, estar siempre motivado y al cien por cien de tus capacidades es imposible. No hay que dejarse llevar por mensajes fáciles ni por discursos vacíos. Al igual que la motivación es importante y beneficiosa para nuestro día a día, también lo es permitirnos estar mal cuando lo necesitemos.
Dicho esto, sí que existen pequeños tips que nos pueden ayudar a encontrar motivación en momentos en los que más la necesitemos:
- Descubre tus verdaderas pasiones. Puede que lo que necesites sea encontrar aquello que te guste de verdad, que te remueva por dentro.
- Inspírate con las cosas pequeñas. Un error frecuente es fijarnos siempre grandes metas y objetivos a largo plazo. Conviene prestar mucha atención a las pequeñas satisfacciones del día a día.
- Deja de compararte. Motivarse solo por lo que hacen los demás o por querer llegar “a su nivel” es una mala idea y no deja disfrutar ni del camino ni del aprendizaje.
- Busca consejo. Escuchar a alguien que ha transitado un camino parecido al nuestro antes que nosotros puede ser realmente inspirador si somos capaces de escuchar y comprender.
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