Cuando hablamos de personas creativas seguramente se nos viene a la mente algunas de las grandes personas que han pasado por este mundo como Pablo Picasso, Igor Stravinsky, Miguel Ángel, o Yoko Ono (no solo separó a los Beatles, también se dedicó a pintar y ahora hacer performances). Muchos de los que os vengan rápidamente a la cabeza serán pintores, escultores, cantantes, artistas… Es normal porque es lo más común. Sin embargo, como ya he comentado en anteriores entradas, no solo es creativo el artista, sino que la creatividad se encuentra en todos los dominios, a todos los niveles, en cualquiera. Sin embargo, si podemos encontrar creatividad en cualquier lugar, ¿cómo distinguir la paja del grano? Es decir, cómo saber qué es creativo, y qué es simplemente, la misma Stacy Malibu, pero con un sombrero nuevo.
Por lo que vamos a lo que vamos, que es a lo que hemos venido y por eso estamos aquí, y es para saber ¿cómo se mide la creatividad?
En primer lugar, hay que tener claro que la creatividad es un concepto tan abstracto que es muy difícil de definir. Cuando definimos algo, nos sirve para delimitarlo, distinguirlo de otras cosas. Poner barreras a este concepto es extremadamente complejo. Por eso algunos autores defienden que lo primero que se debe hacer al evaluar la creatividad es establecer desde qué definición de la creatividad se parte. Una de las definiciones que más me gustan es la de los autores Plucker y Makel, quienes investigan sobre la temática y quienes conciben la creatividad como:
“La interacción entre aptitudes, procesos y el ambiente por lo que e individuo o grupo produce un producto perceptible, tanto novedoso como útil, determinado por un contexto social”.
Tradicionalmente se ha considerado que los test de pensamiento divergente eran los principales instrumentos para medir la creatividad. El pensamiento divergente es, según lo concibe uno de los psicólogos más influyentes sobre el tema, Joy P. Guilford : uno de los procesos cognitivos que más influyen a la creatividad, el pensar de forma distinta y novedosa. Para este autor, el pensamiento divergente implica la fluidez en las ideas (el número de ideas que una persona ofrece a la resolución de un problema o cuestión); la flexibilidad mental (los distintos enfoques que utiliza en la solución de un problema); la originalidad del pensamiento (la infrecuencia de las respuestas e ideas); y la elaboración (el número de detalles no necesarios para transmitir la idea).
Hasta finales de los años 70 la forma de evaluar la creatividad fue midiendo el pensamiento divergente. Un ejemplo de prueba de pensamiento divergente sería la siguiente:
Tienes dos minutos para escribir todos los usos que se te ocurran para un ladrillo…
¿Parece una tontería? Pues así se midió (y aún se sigue usando para ello) la creatividad durante décadas. La base de esta prueba está en que en los primeros segundos seguramente se te ocurran usos muy comunes para el ladrillo (construir), pero después de un par de usos, ya hay que empezar a decir otros no tan comunes. Y aquí es cuando la gente se muestra más o menos creativa. Ahí van algunos de los usos más extraños que he oído y que jamás se me habrían ocurrido a mí:
Como escalón para bajitos
Como tratamiento de spa
Para las pistas de tenis de tierra batida (como polvo)
Para hacer éxtasis (¿?)
Este modelo es muy útil para evaluar la creatividad, ya que no es tan reduccionista como anteriores formas de evaluación. Tiene en cuenta varios de los factores más relevantes para poder concluir que algo es creativo. Pero para saber porqué, tendrás que pasar, a la próxima entrada de este post ☺
REFERENCIAS
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