Resiliencia, ¿qué es y cómo se puede mejorar?

Escrito por Gabineti

Son muchas las veces en las que creemos que una situación nos superará. Puede ser en el entorno laboral, en la persecución de alguna de nuestras metas, en una relación o ante algún suceso dramático. Es en esos momentos cuando alguien nos aconseja ser fuertes o cuando miramos alrededor y nos fijamos en gente de nuestro entorno que parece no desfallecer nunca. ¿Cómo lo consiguen? ¿Cómo pueden mantenerse firmes ante la adversidad por complicada que parezca? La resiliencia es una de las claves.

Hoy en día se habla mucho de la resiliencia. Según estudios recientes, la utilización de este término se ha multiplicado en la última década en publicaciones científicas y ocupa un lugar privilegiado en corrientes como la psicología positiva. También lleva un tiempo extendiéndose entre medios de comunicación o canales de divulgación de diferentes ámbitos. Pero ¿en qué consiste exactamente la resiliencia? ¿Es algo que se pueda trabajar? ¿Podemos ser más resilientes?

Sigue leyendo porque hoy hablamos de todo ello.

¿Qué es la resiliencia?

Según el diccionario de la Real Academia Española en su primera acepción la resiliencia es la «capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos». Es decir, es el mecanismo que nos va a ayudar a recuperar nuestra estabilidad en el momento en el que algo haga que se tambalee.

La neurociencia nos explica que nuestro estado mental ideal es tendente al equilibrio, a buscar un estado de ánimo, una capacidad de concentración y un rendimiento intelectual normales que nos permitan adaptarnos a los cambios y sobrevivir.

En el instante en que se nos presenta cualquier situación inesperada se pone en marcha nuestra homeostasis tratando, a modo defensivo y reactivo, de mantener el equilibrio actual sin perderlo, o al menos minimizando el impacto en todo lo posible con tal de garantizar nuestra supervivencia.

Por su parte, una vez pasado el evento en sí mismo y, tras un análisis de los daños, será la resiliencia quien se encargue de la recuperación básica y de la reconstrucción necesaria para llegar a un nuevo punto de equilibrio.  

Por ejemplo, imagina que llegas a tu puesto de trabajo y te dan una mala noticia que altera tu equilibrio, van a cambiarte de puesto. En ese mismo instante recibirás gran cantidad de estímulos emocionales diferentes. En función de tu equilibrio en ese momento, de tu bagaje experiencial y de la situación concreta del entorno, tu homeostasis se encargará de ofrecerte una serie de reacciones posibles que pueden ir desde la rabia a la impotencia pasando por muchas más.

Tu reacción puede ser la del enfado o la frustración, es algo normal y natural porque una decisión inesperada de un tercero ha afectado tu statu quo y eso obliga a una adaptación a pesar de nuestra resistencia biológica al cambio.

A partir de ahí entra en juego la resiliencia. Será la que se encargue de que consigamos un nuevo equilibrio cuanto antes. Puede hacerlo ayudándote a comprender que no es un problema tan grave, ofreciéndote un extra de motivación para hacerte con el control del nuevo puesto cuanto antes y, sobre todo, acompañándote en una gestión emocional adecuada que te permita sobreponerte del sobresalto.  

¿Podemos trabajar la resiliencia?

La resiliencia es algo que se genera de manera espontánea y forma parte de un proceso de recuperación y adaptación biológicos, por eso es muy importante tener en cuenta que no nos va a ayudar a eliminar las emociones negativas, ese no es su papel y resulta muy peligroso pensarlo.

No podemos negar las emociones que nos provoca cualquier acontecimiento por grave o perturbador que sea y el impacto que recibiremos será real. La interpretación y la valoración que hagamos de cada una de las situaciones que vivimos tendrá un papel fundamental, ya que de ahí también se derivará nuestra reacción emocional.

Ahora bien, la resiliencia nos va a ayudar en todo ese proceso de valoración, de aceptación y de gestión. Y es ahí donde a través de determinados hábitos y actitudes vitales podemos llegar a ser más resilientes aumentando nuestra capacidad de adaptación. Algunos son:

  • Cuida tus relaciones. Mantener y cuidar buenos lazos familiares y sociales te ayudará en tus peores momentos, pero también te permitirá ayudar a los demás, algo que también incrementará tu bienestar.
  • Intenta evitar una visión catastrofista de cada cambio. Es inevitable que las cosas cambien. Tampoco vas a poder regular la intensidad con la que te afectan, pero sí que puedes trabajar con la gestión emocional para que al menos esas sensaciones recuperen un equilibrio cuanto antes.
  • Busca objetivos realistas. Una de las emociones que más nos afecta es la frustración cuando no conseguimos alguna meta. Una de las claves para enfrentarla consiste en buscar objetivos realistas y en dar pequeños pasos en vez de querer conseguirlo todo de golpe.
  • Trabaja el autoconocimiento. Puedes hacerlo solo o con la ayuda de un terapeuta especializado, pero sin duda el factor fundamental para trabajar la resiliencia es que aprendas muy bien a diferenciar cómo te afecta lo que te ocurre y vayas trabajando poco a poco en la gestión. Cada vez te sentirás mejor y más fuerte para afrontar lo que venga.

Gabineti, ayuda psicológica para mejorar tu resiliencia

A veces es necesario contar con la ayuda de un profesional para ganar músculo en la gestión que hacemos de las emociones que nos provocan los cambios a través de la resiliencia. Si este es tu caso, en Gabineti tenemos a tu disposición un amplio equipo de psicólogos preparados para ayudarte. Nuestras sesiones son online, totalmente personalizadas y con una gran disponibilidad y total confidencialidad para que tú solo tengas que preocuparte por recuperar tu equilibrio.

Artículo por Gabineti

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