La ansiedad, “esa mala compañera”

Escrito por Silvia Silva

Casi todo el mundo entiende de qué hablamos cuando empleamos el término ansiedad. Existen múltiples definiciones que podemos consultar, pero, además de comprender su significado … ¿Qué consecuencias tiene en nuestras vidas esta “mala compañera”?. Bueno, ella no es intrínsecamente mala, realmente es un mecanismo fisiopatológico que poseemos que nos prepara para huir de algo que consideramos “peligroso”. Nos ayuda a enfrentarnos a situaciones, e incluso nos puede aportar energía e impulsar a la acción. 

Pero .. ¿y cuándo se convierte en “mala compañera”?, ¿qué nos hace? ¿qué nos dice?, ¿qué nos impide hacer?

Lo que está claro es que no nos afecta a todos por igual, de la misma manera que no hay dos seres humanos idénticos. A algunos nos generará pensamientos difíciles de controlar, a otros inquietud, a veces falta de aire, opresión en el pecho o aumento de los latidos del corazón. También puede ser un compendio de todos esos síntomas mencionados haciéndose cada vez más autolimitante. 

El problema aparece cuando la “mala compañera” se instala y se pone cómoda en nuestro sofá. Nos dice que ha venido para quedarse y es entonces, cuando se vuelve una inquilina insoportable: nos visita en el trabajo; en los momentos en familia; cuando vemos una peli o leemos un libro e, incluso, cuando tomamos ese refresco en el bar de siempre. 

Y … ¿cómo podemos echarla?, ¿cómo podemos enfrentarnos a ella y decirle que nos deje llevar la vida que queremos?. 

Como mencioné anteriormente,no hay dos personas iguales, de la misma manera que no hay dos terapias iguales. Es por esto, que el tratamiento debe ir encaminado a cumplir los objetivos formulados por el cliente en consulta, consensuados con el terapeuta y que cumplan una serie de requisitos que nos ayuden a ver los avances y el fin de las sesiones. Estas metas deben ser asequibles (alcanzables), concretas, formuladas en positivo y, por supuesto, relevantes y observables. 

En el caso de nuestra “mala compañera” existen varias herramientas y técnicas que nos permiten “echarla del sofá”.

Desde una perspectiva integradora y multimodal, (en la que me siento cómoda) y atendiendo a la idiosincrasia de cada paciente, el modelo sistémico ha demostrado ampliamente su eficacia a lo largo de los últimos años manejando esta problemática. 

Concretando y situándonos dentro de la Terapia Narrativa (M. White y D. Epston, 1993), a menudo las personas nos definimos a través de nuestros síntomas. Por ejemplo, en el caso de este post sería “Soy una persona ansiosa” anulando así la posibilidad de aumentar la perspectiva y de ver la realidad de otra manera. Es como si tuviésemos puestas unas gafas que nos hacen vernos de esa forma, pero no conseguimos quitárnoslas para ver que hay otras realidades más allá de nuestra etiqueta o “sambenito”. 

“La persona ansiosa” sufre agotamiento mental, cansancio físico y también emocional y se ve atrapada en ese círculo del que aparentemente no se puede salir … “ es que yo soy así” de tal forma que lo malo que nos pasa en la vida, lo atribuimos a una causa interna, a que somos “ansiosos”, “nerviosos”, “inquietos”, etc. y esto lo convierte en una enemiga difícil de vencer. 

Pero ¿y si vemos la ansiedad desde fuera? ¿Y si tomamos distancia entre nosotros y ella? Podríamos crear un espacio entre el problema (ansiedad) y nuestra persona, desde el que poder asumir un papel más principal, de protagonistas de nuestras vidas y enfrentarnos a ella como si fuese nuestra enemiga y esto fuese la guerra por el mando de la TV. 

Nuestros principales aliados en la contienda serán los recursos, fortalezas, habilidades y, a veces, fabricar herramientas nuevas (armas con las que nos aseguremos la victoria). Ejemplos de estos socios/colaboradores pueden ser: pensamientos co-construidos con el terapeuta que sustituyan los que no podemos controlar; cuestionar nuestras creencias preconcebidas; tomar responsabilidad y autocontrol sobre las situaciones diarias; mejorar la capacidad ante las dificultades; etc. con el fin de conseguir el cambio que se desea y cumplir los objetivos marcados. 

Cambiar el “soy una persona ansiosa” por “en ocasiones me pongo nerviosa, pero no siempre”. 

A través de las conversaciones en las sesiones y modificando el relato saturado de problema, podremos retomar el guión de nuestras vidas, lo que nos aportará un mayor bienestar.

Artículo por Silvia Silva

Psicóloga y Terapeuta Familiar. Comencé mis estudios en la USC (Santiago) y los terminé en la UMA (Málaga) Poseo el Diploma de Estudios Avanzados en Psicología Clínica, así como formación en Psicoterapia Sistémica Breve. Llevo ejerciendo 16 años en los que he adquirido experiencia en Terapia individual, pareja y familia.

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